
Ciudad de México, 23 de junio del 2011
Primero. Les agradezco muchísimo esta oportunidad muy enriquecedora para mí, para conocer de cerca y directamente el testimonio de las víctimas.
Agradezco, don Javier, la precisión que hace, es cierto, desde su carta, de su artículo que leí. Usted hace un equilibrio muy bien ponderado del reparto de responsabilidades: gobiernos, criminales, sociedad, medios. En fin.
Y lo retomo claramente y le agradezco esa ponderación. Tiene usted razón, sus interlocutores no son los criminales, somos nosotros, y por lo menos, qué bueno que como interlocutores podemos platicar, y créame que no pretendo eludir la responsabilidad que me toca como Presidente, al contrario, es una carga pesada en esto y en muchas cosas.
Uno de los errores que dice usted que cometo, probablemente lo cometa, de que piense que los malos están afuera y los buenos adentro.
No, yo sé que este cáncer, esta plaga, ha carcomido a la sociedad mexicana, a las instituciones, al Gobierno, a los gobernantes, a los gobernados, a las iglesias, a los medios. Y lo sé muy bien.
Pero, decía José Ángel Conchello, en paz descanse, que para combatir la corrupción no hay que olvidar que las escaleras deben barrerse de arriba para abajo, y eso es lo que trato de hacer en mi Gobierno.
Y por eso he obligado a los militares, a los marinos y a la Secretaría de Seguridad Pública, que todos, absolutamente todos, empezando por arriba, pasen por exámenes de control de confianza, toxicológico, socioeconómico, psicológico, polígrafo, y probablemente los exámenes puedan fallar, pero, por lo menos, nos están ayudando a ir depurando poco a poco la corrupción que hay.
A mí me tocaron dos cosas muy difíciles, don Javier, me han tocado muchas. Una, que nos maten mucha gente, siento que me ha tocado, si bien es cierto no tengo el dolor que ustedes tienen, de familiares cercanísimos, de amigos cercanos, colaboradores.
Pero, también, otro importante, me ha tocado poner en prisión al Subprocurador contra Delincuencia Organizada y al Director de la Policía Federal.
Y, evidentemente, percibir toda esa maraña de corrupción que hay, tendrá que hacerlo eso el juez, pero lo que a mí me tocó hacer, lo hice. Y, por supuesto, que me gustaría mucho que de las cosas que sé, o de las que me han dicho, pudiera simplemente decir váyase éste a la cárcel y váyase, éste otro no.
Pero si estamos en un sistema de legalidad, y yo creo que es bueno que así sea, que eso ya no depende mí, sino depende de lo que diga un juez, que escuche los derechos de a quien se acusa y de quien acusa.
Y que, además, no se acuse a nadie sin haber pruebas, lo que dicen los abogados, no tengo nada contra ellos, yo también soy uno de ellos, judicializables.
Y a mí me gustaría a veces decir: Es que yo sé, o me han dicho cosas de fulana, y de zutano y perengano, que fuera así tan sencillo. Pero tenemos que recabar la información.
He sabido, por ejemplo, de jueces que han recibido dinero o que dialogan con criminales, y que liberan a criminales, pero mientras yo no tenga una prueba, o la Procuradora no tenga una prueba, ese juez es juez, y ese ciudadano es ciudadano, y, además, es inocente. Leer más de esta entrada
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